No es la primera vez que el poder mediático de Me Too cobra la vida de un personaje público, esta vez fue la de Armando Vega Gil, bajista de la banda Botellita de Jerez, cuyo suicidio es profundamente lamentado por sus amigos, seguidores y gente que lo amaba.
Vega Gil sufrió lo que se denomina un "linchamiento mediático", y con su caso, que no es el primero, se demostró una vez más el peligro ante el mal uso de las redes sociales.
Armando Vega Gil sufrió el desprestigio de Me Too; diversos usuarios de Twitter le decÃan textualmente que muriera, le decÃan "muérete". Lo más triste es la coincidencia entre los deseos, tal vez reales, de ellos y los de él; pues cabe la posibilidad de que Armando Vega quisiera morir por estar atravesando un episodio de depresión (dicen, diagnosticada como tal).
Un amigo de muchos
Quienes lo conocÃan sabÃan que Armando era un hombre muy sensible y agradable, pero que tenÃa problemas en su vida personal que lo afectaban emocionalmente. Para colmo, los problemas aumentaron invadiendo su carrera profesional como músico, perdió patrocinios y diversos apoyos como consecuencia del poder mortal de Me Too.
En una carta, previa a su personal decisión de quitarse la vida, declara que no culpa a nadie. Sin embargo, no debemos tomar a la ligera este acontecimiento, que en relación con Me Too, no es el primero.
Se entiende que hay mucha polémica al respecto y que sacar deducciones o dictar juicio verbal desde la textualidad digital, es tan absurdo como contraproducente. Pero precisamente en esta verdad encontramos otra, muy importante de reflexionar con prontitud y tomar rápidamente conciencia.
Sin ahondar, en si la denuncia fue o no verÃdica, lo que claramente observamos es algo espantoso: Una muerte deseada y lograda por otras personas con sólo oprimir botones para escribir desde sus móviles la sentenciosa palabra "muérete", y otras tantas cosas empapadas de odio.
Efectivamente, se puede matar a alguien con el ataque colectivo virtual, con las opiniones, acusaciones, sentencias, difamaciones o quizá, en ciertos casos verdades, escritas fácilmente en redes sociales y que suman implicaciones en la vida real, pues en estos tiempos lo virtual y lo real se han compaginado y deberÃamos entender que prácticamente lo virtual también es real.
Pero muchas personas aún no lo entienden y entre un tumulto de insensibilidades corriendo y chocando entre las temibles corrientes de la inmediatez, ocurren tragedias en las que NADIE, irónicamente, como lo dijo el mismo Vega Gil, nadie es el culpable.
Pero tal cual, como en un linchamiento, aunque un delincuente sà sea culpable, todo el que participa en lincharlo es culpable de su muerte, y todo aquel que apoya dicho acto colectivo de justicia por mano propia, es cómplice.
Que se piense lo que el mismo Vega Gil justificó como decisión propia y muy personal, no deslinda la suma (que lograron los participantes del severo ataque colectivo) en la carga emocional que derrocó a un ser humano y que lamentablemente no ha sido la primera persona que, por "decisión personal" se mata tras ser sometido a la desacreditación orquestada por Me Too.
Sin cuestionamientos
Pero vuelvo al punto, la intención no se enfoca en cuestionar especÃficamente los propósitos de Me Too. De hecho, me parece que hasta se puede sugerir el beneficio de la duda sobre sus propósitos y orÃgenes. Quizás persiguen realmente una idea de justicia, pero en dicho caso, su fin... ¿justifica los medios, las formas, los métodos y sus consecuencias claramente mortales?
Es muy importante puntualizar, más ahora que todo se interpreta de manera rápida y fácil y a menudo erróneamente, que el llamado de atención no se debe centrar en voltear a ver con odio o con rencor a Me Too o a otros movimientos feministas. No. No va por ahà el asunto.
El asunto más bien radica y lo enfatizo: en que no podemos tomar a la ligera el uso de Internet. Tenemos, como seres humanos, poder real sobre otros seres humanos, podemos apoyarlos, podemos hacer justicia genuina con investigación previa y ordenada, podemos meter a la cárcel a quien merezca estarlo, podemos denunciar, pero no podemos, no debemos pasar el lÃmite, esa delgada raya, entre la protesta y el asesinato.
Pero calma, calma denle a su interpretación y lectura, previniéndome de la hipersensibilidad que azota a este mundo presente, debo agregar y aclarar que no es la intención acusar de asesinos a quienes impulsaron, tal vez involuntariamente, la decisión de suicidio de Vega Gil.
EmpatÃa y sensibilidad en la era digital
Lo que estoy diciendo es que debemos urgentemente sensibilizarnos, detrás de alguna pantalla de computadora o teléfono, puede haber una persona sufriendo y lo que menos necesita es un bombardeo de palabras irreflexivas y horribles, que sà pueden acabar con el deseo de vivir, porque la gente existe y se presenta ante nuestros ojos detrás de esas pantallas y comunicación virtual.
EmpatÃa y sensibilidad en la era digital
Lo que estoy diciendo es que debemos urgentemente sensibilizarnos, detrás de alguna pantalla de computadora o teléfono, puede haber una persona sufriendo y lo que menos necesita es un bombardeo de palabras irreflexivas y horribles, que sà pueden acabar con el deseo de vivir, porque la gente existe y se presenta ante nuestros ojos detrás de esas pantallas y comunicación virtual.
Aunque se tratase de una persona mala, no sabemos el contexto ni los antecedentes de las personas que podrÃamos atacar por Internet, no son irreales, son personas de carne y hueso (y corazón), que merecen justicia, la justicia que se merezcan, de ser sometidos a castigo o de ser tratados con dignidad.
Pero dicha justicia objetiva, certera, genuina y real, no podrá lograrse si continuamos actuando con ligereza, sumándonos a contagios o movimientos que tal vez busquen justicia, pero que tal vez también, en su aprendizaje y en esa búsqueda están ocasionando depresiones, ruinas, fracasos y muerte.
Pero dicha justicia objetiva, certera, genuina y real, no podrá lograrse si continuamos actuando con ligereza, sumándonos a contagios o movimientos que tal vez busquen justicia, pero que tal vez también, en su aprendizaje y en esa búsqueda están ocasionando depresiones, ruinas, fracasos y muerte.
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