Historia en el altar (Segunda parte)


cuento de altar

- Te abrigaré entre mis brazos en las madrugadas frías, y te prometo hacer de la noche, a la hora de dormir, la mejor parte del día, si tan sólo me aceptas.

El sacerdote no entendía que para desposar a una mujer no existen libretos, ni guiones más valiosos que lo que el corazón dicta.

La novia, ahogada en llanto por las palabras de su amado y casi desfalleciendo por la declaratoria respondió:

- Claro que acepto, no dudaría en ningún momento arrepentirme y decirte que no, no está en mi libreto. Te amo desde el momento que me cambiaste la vida, y me aceptaste tal como soy; sin juzgarme, sin prejuicios y sin importar lo que la gente o tu familia opine. 

Te amo porque a tu lado hemos logrado tener el mejor equipo del mundo, en las buenas, malas y aún peores, hemos salido adelante, me has brindado un techo, un hogar y una familia; el sueño de toda mujer. Hoy te entrego mi corazón y acepto pasar contigo lo que de vida me resta.

El sacerdote entonces pronuncio algo que desde antes el destino los corazones ya habían dictaminado:

- Los declaro felices por siempre.

Fin

                                                                                                                        Texto de Hagen David


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