- Te abrigaré entre mis brazos en las
madrugadas frÃas, y te prometo hacer de la noche, a la hora de dormir, la mejor
parte del dÃa, si tan sólo me aceptas.
El sacerdote no entendÃa que para desposar a
una mujer no existen libretos, ni guiones más valiosos que lo que el corazón
dicta.
La novia, ahogada en llanto por las palabras de
su amado y casi desfalleciendo por la declaratoria respondió:
- Claro que acepto, no dudarÃa en ningún
momento arrepentirme y decirte que no, no está en mi libreto. Te amo desde el
momento que me cambiaste la vida, y me aceptaste tal como soy; sin juzgarme,
sin prejuicios y sin importar lo que la gente o tu familia opine.
Te amo porque
a tu lado hemos logrado tener el mejor equipo del mundo, en las buenas, malas y
aún peores, hemos salido adelante, me has brindado un techo, un hogar y una
familia; el sueño de toda mujer. Hoy te entrego mi corazón y acepto pasar
contigo lo que de vida me resta.
El sacerdote entonces pronuncio algo que desde
antes el destino los corazones ya habÃan dictaminado:
-
Los declaro felices por siempre.
Fin
Texto de Hagen David
0 Comentarios