"Los poliamorosos", no lo escribió Sabines

Todo fenómeno artístico permanece para nosotros incomprensible, hasta que hemos logrado penetrar en la necesidad y regularidad de su formación. -Wilhelm Worringer





Análisis divagante, arme usted sus propias conexiones y conclusiones: 

En estos tiempos, en los que muchos valoran más lo retro que lo actual, nos damos cuenta de una catastrófica pérdida de la capacidad de apreciación, o, mejor dicho, es tanta la pérdida que realmente no nos damos cuenta... 

Para empezar, ¿qué es apreciación? Seguramente después de una pregunta como esta ya no querrá seguir leyendo porque quizá piense que es el comienzo de un texto largo y aburrido que no podrá leer de inmediato y que por tanto no lo podrá entender fácilmente y por consecuencia y naturalmente entonces NO LE INTERESA. 

En efecto, de eso se trata la pérdida de apreciación en el mundo de la inmediatez, al que no todos queremos adaptarnos pero ante el cual no podemos manifestarnos de manera frontal y evidente, sino con sutileza y hasta formando parte de las corrientes de la inmediatez, de la ligereza, del me río de todo, del meme, etcétera. 

Inclusive el "etcétera" ahora tiene un mayor valor, los párrafos son cada vez más cortos y qué decir de los poemas, esos poemas posmodernos que no tienen una apreciación previa del lenguaje*, sino que dicen una serie de cosas, sí, solo cosas, que salen de los "sentimientos" de cada "poeta" y que se versifican mediante EL RAYO VERSIFICADOR, un término traído al humor crítico y sarcástico (de los que aún creemos en el arte de la poesía) por un tal Lufloro Panadero.  

Desde su nombre Lufloro Panadero da qué pensar; cuando leí por primera vez ese seudónimo pensé en lo similar que suena a Leopoldo Panero, pero quizá son mis viajes mentales que tengo a cada rato porque nací con una mente bien vaga que se anda por las ramas, subterráneos y laberínticos mares.

Lufloro -elemento L-Leopoldo -termina con elemento O-

Panadero -elemento P y otros (elementos)- = Panero -termina elemento O

Además de que en el apellido de ambos, hay una clara referencia al pan, uno hace el pan o lo vende y el otro come mucho pan.
¿Coincidencia o... en realidad estoy loco?


(

*Paréntesis sobre el lenguaje: prosa con complejo de poesía

Bien lo decía Jean Paul Sartre

Y todavía hay que distinguir: el imperio de los signos es la prosa; la poesía está en el lado de la pintura, la escultura y la música. Se me reprocha que la detesto [...]. Los críticos dicen triunfalmente: "Por lo menos, no puede usted ni soñar en comprometerla". En efecto. Pero, ¿por qué iba a querer comprometerla.
)



Otras interesantes cuestiones:

Leopoldo María Panero es considerado un poeta maldito y sin embargo, Lufloro Panero es ya conocido como un gracioso crítico con humor sarcástico que hace un eficaz uso de la red social de Facebook para compartir contenidos bastante peculiares y originales, dirigidos hacia temas literarios y especialmente al campo de la poesía. 

¿Poeta maldito vs sarcástico humorista crítico?

No lo sé apreciable lector, pero siento
que hay un trasfondo entre implícito y explícito,
entre sutil y evidente, entre quienquite
que ya perdí mi capacidad de apreciación o...
la tengo tan desarrollada que ya
ni yo mismo me entiendo. 

Para mí que Lufloro Panadero ha entendido que, es mediante el vehículo del humor (suficiente escudo y arma) con el que se puede llegar a practicar una objetividad crítica que busca reformar o más ambiciosamente aun: FORMAR nuevas apreciaciones. 

Por ejemplo, con motivo de que la gente de repente "se acuerda" de grandes artistas y escritores, no se sabe si en tono de homenaje o burla, Lufloro Panadero publicó en su fanpage un poema titulado Los poliamorosos, el cual fue claramente, repito, no se sabe pues, si una mofa o un homenaje, pero al fin y al cabo hacía referencia de alguna manera, diga usted si directa o indirecta, al reconocido poema Los amorosos del gran poeta Jaime Sabines

Quiero compartirlo con ustedes, por lo que me di a la tarea de hacer un arduo y perseverante copy paste de ese gran poema acaso posmo. Aunque yo, personalmente desprecio la idea del poliamor, practico la objetividad en mi apreciación de obras evidentemente creativas. 


Los poliamorosos coshan.
El poliamor es la cópula más libre,
la más azarosa, la más intercambiable.
Los poliamorosos se dan match,
los poliamorosos son los que hacen tríos,
los que se arroban, los que se eliminan.
Su celular les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, se dan match.

Los poliamorosos andan bien eléctricos,
porque están locos, locos, locos,
entregándose, dándose por todos lados,
riendo porque practican el poliamor.
Les ocupa el poliamor. Los poliamorosos se pierden al día,
no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están viniendo,
siempre, en una u otra parte.
Se encueran,
se encueran por nada, pero se encueran.
Saben que nunca han de cambiar.
El poliamor es el Tinder perpetuo,
siempre el perfil siguiente, el otro, el otro.
Los poliamorosos son los posmodernos,
los que siempre, —qué malo— han de estar solos.

Los poliamorosos son la selfie del Facebook.
Tienen perrijos en lugar de hijos.
La memoria de su smartphone se les agota
y ellos se sienten asfixiados.
Los poliamorosos no pueden ser cursis,
porque si lo son se convierten en monógamos.

En la obscuridad prenden sus laptops
y les cae en ella un troyano.

Encuentran condones bajo la sábana
y su mente flota porque fuman pasto.

Los poliamorosos son posmo, sólo posmo,
sin Dios y sin diablo.

Los poliamorosos van a los hoteles
temblorosos, calenturientos,
a matar la rata a palos.
Se ríen de los vírgenes que saben todo de cómics,
de los que van a la Frikiplaza periódicamente,
de los que creen en el amor y se etiquetan en cada meme.

Los poliamorosos juegan a mojar la brocha,
rechinar el catre, a venirse.
Juegan el instantáneo, el deconstruido juego del poliamor.
Nadie ha de recordarse.
Dicen que nadie ha de recordarse.
Los poliamorosos se avergüenzan de toda romantización.

Vacíos, pero vacíos por saciar sus filias,
la doble moral les fermenta detrás de los tuits,
y ellos tinderean, lloran hasta la madrugada
en que el tren del mame se despide dolorosamente.

Les llega a veces un olor a cigarro y cafeína,
a personas que duermen con el cel en la mano, afligidas,
a caguamas banqueteras y a papitas.
Los poliamorosos se ponen a bailar en el antro
una canción pegadita,
y se van riendo, riendo
su breve vida.
Este poema, como usted pudo observar y apreciar, va más allá de una deconstrucción del lenguaje poético original proveniente de Sabines, para que, con nuevos elementos de la nueva realidad cotidiana que vivimos ahora (léase mi redundancia como reafirmación enfática), se realice una una nueva construcción pero más nítida, más enfocada en el aquí y el ahora de esta sociedad.

Como si el fenómeno artístico de Sabines no fuera por todos entendido y entonces llega Panadero y penetra en la necesidad actual y ahí y así resurge o surge la observación por lo menos inmediata, que quizá con insistencia pueda durar hasta llegar al punto requerido en el que una persona ya no solo se asoma sino que se mete de lleno (o esta es una hipótesis ridícula y exageradamente optimista). 


Ojalá que logre algo, porque no lo creo.


A continuación les comparto el poema original, Los amorosos de Jaime Sabines:


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