Jaime Sabines ya no se preocupa por el televisor

Sobrevalorado o no, Jaime Sabines es (porque lo sigue siendo) un gran poeta, dado a luz, a la luz de la poesía de la vida en 1926 en el hermoso y poético estado de Chiapas. 

Controversial para algunos que lo pretenden sacar de contexto o que señalan que haya sido diputado del partido político más cuestionado de México, es una figura que merece análisis objetivo y entendimiento.  

Su lenguaje poético cercano a la cotidianidad, lo han convertido en una permanente propuesta accesible para cualquier tipo de lector, y tal vez por ello es uno de los más nombrados y reconocidos hasta por las personas con menos experiencia en el género de la poesía. 

"Jaime, la luna llora sin ti, suele venir triste", canta el trovador Alejandro Filio con Pedro Aznar.

Un verdadero poeta

Cuánta inspiración puede generar un verdadero poeta, no hay manera de describir cómo un poeta verdadero puede transmitir sentimientos genuinos, pero, de hecho, en eso radica el arte de la auténtica poesía, en esa inexplicable forma de llegar al corazón y permanecer en la memoria del lector. 

Algunos opinan que la poesía de Sabines se acerca a lo simple y hasta a lo fácil, pero de todos modos no podemos negar su trascendencia y su legado. Además de que el efecto Sabines responde por sí solo a esas acusaciones lanzadas con ligereza: Su obra no es simple, sino por el contrario, la potencia de su poesía genera imágenes y música en el alma de cualquier persona y eso es arte; contiene sofisticación sutil y elegancia inherente. 

Adiós televisor

Jaime Sabines, siempre en el día a día, hoy ya no está preocupado por el televisor y qué bueno, porque hoy le preocuparía el Smartphone, el WhatsApp, el Facebook y todas las redes sociales que... da[n] imágenes distorsionadas últimamente. Las caras se alargan de manera ridícula, o se acortan, tiemblan indistintamente, hasta volverse un juego monstruoso de rostros inventados, rayas, luces y sombras como en una pesadilla. Se oyen palabras claramente, la música, los efectos de sonido, pero no corresponden a la realidad, se atrasan, se anticipan, se montan sobre los gestos que uno adivina.

Seguramente Jaime ahora se preocuparía pero por la crisis de la poesía, porque lo que tiene es una fiebre tremenda, un dolor de cabeza, una náusea horrible, que [la] hacen soñar estas cosas que vemos.

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